Archivo de la etiqueta: crazy cars

Galería de los Horrores XVII: Crazy Cars (1987)

Seguro que en más de una ocasión os ha ocurrido que estáis disfrutando tanto de un juego que os extraña que un título de tanta calidad no haya tenido secuelas, ya sea porque sus ventas no fueron las esperadas o porque sus creadores no vieron a bien continuarlo. El caso que hoy recogemos es justo el contrario: un videojuego tan pobre que no somos capaces de concebir cómo terminó créandose una trilogía, eso sí, finalizando en un excelente juego como Lamborghini: American Challenge.

Detrás de este videojuego se encuentra una de las compañías francesas más importantes de finales de los 80 y principios de los 90: Titus. Crazy Cars era el primer título de entidad que iba a desarrollar, ya que anteriormente habían desarrollado un clon de Q*Bert llamado Al*berthe para el ordenador galo Alice 32/90. A pesar de su poca experiencia, Titus consiguió un lanzamiento a nivel internacional por todo loalto con versiones para Commodore Amiga, Amstrad CPC, Atari ST, Commodore 64, DOS, Macintosh, MSX, Thomson TO y ZX Spectrum.

Crazy Cars pretendía seguir la estela de éxito que había dejado en los salones arcade Out Run el año anterior, por lo que nos presenta una perspectiva en tercera persona muy similar a la del juego de SEGA. Para ser justos, hay que decir que la presentación del juego si nos hacemos eco de la publicidad de la época y de las captura de pantalla que aparecían en las cajas de los juegos, el aspecto del título a primera vista era inmejorable y parecía que iba a transmitir las sensaciones del juego arcade.

Crazy Cars nos presenta la competición ficticia «American Cross Country Prestige Cars Race» que se desarrolla a lo largo de nueve etapas distintas por distintas localizaciones de Estados Unidos. Inicialmente comenzamos la competición con un Mercedes, pero según vamos avanzando en la competición podemos ir actualizando nuestro vehículos a otro de mejores características hasta terminar conduciendo un Ferrari.

Cada una de las etapas se desarrolla en una carrera contrarreloj, en la que debemos llegar al final de la misma antes de que el contador de tiempo llegue a cero. Nuestra velocidad es notablemente superior a la del resto de vehículos en escena, por lo que tenemos que estar constantemente esquivando coches para evitar impactar, lo que nos provocará un «salto» en el vehículo además de una reducción notable en la velocidad. De igual manera, hay que tenr cuidado con las cuvas para no salirnos de los limites de la carretera que también nos reduce la velocidad y con los cambios de rasante que provocan que nuestro coche pierda el contacto con el suelo y, por tanto, perdamos el control del mismo.

Hasta aquí nada muy diferente de lo que ofrecía por aquella época cualquier clon de Out Run para dispositivos domésticos. La parte negativa con este videojuego viene por dos aspectos. El primero de ellos es el control, cuya respuesta no es inmediata debido a la falta de frames, lo que dificulta el manejo. La caja de impacto de los coches rivales no se limita al vehículo en sí, sino que es una columna vertical infinita que hace que si realizamos un salto lo suficientemente grande como para pasar por encima, esto no sea posible porque colisionaremos con dicha columna invisible. Esa pérdida de velocidad puede volverse un bucle infinito, puesto que en ese momento nos pueden adelantar por detrás y si colisiona el coche con nosotros volveremos a perder velocidad. Además, más allá de la velocidad punta, no hay diferencias notables en el manejo de cada uno de los coches que vamos desbloqueando.

El otro aspecto negativo a destacar es la inteligencia artificial de los vehículos rivales, básicamente porque no existe. Los coches aparecen siempre en la misma posición en un bucle repetitivo de apenas cinco o seis coches y en un patrón que es idéntico en todos los niveles. De esta manera, aprendiendo el patrón, la dificultad se limita a tener cuidado con los cambios de rasante que nos puedan hacer perder el control.

Esos puntos tan básicos son los que realmente arruinan el juego que en el aspecto artístico estaba bastante bien resuelto. A excepción de PC que estaba limitado al uso de tarjeta CGA de 4 colores, todas las versiones aprovechan bastante bien la capacidad de cada máquina para tener un aspecto visual más que aceptable, destacando el gran tamaño de los sprites en las versiones de 16 bits. Por otro lado, aunque los efectos de sonido eran algo básicos, la banda sonora de la pantalla de presentación tiene un sonido digitalizado que hace que, aunque la melodía sea olvidable, sea un punto sorprendente para lo que se podía encontrar en los ordenadores de 16 bits en 1987.

Como hemos indicado al principio, a pesar del desastre el juego terminó convirtiéndose en una trilogía. Crazy Cars tuvo más relevancia de la que probablemente le correspondía, en buena parte por el acuerdo que hizo que el juego estuviese incluido en un pack con la compra del Amiga 500 tanto en Europa como en Oceanía.

En 1988 se lanzó Crazy Cars II, también conocido con el título de F40 Pursuit Simulator donde las mejoras se limitaron a una revisión estética, la inclusión de los cambio de marchas y de obstáculos en la carretera, pero seguía siendo un título mejorable. No sería hasta 1992 cuando llegó un título de calidad a la saga con Crazy Cars III, más conocido como Lamborghini: American Challenge con un cambio radical tanto de desarrollo, estética y profundidad, incluyendo las apuestas ilegales dentro del mismo.

En este vídeo podéis ver cómo es Crazy Cars:

Lamborghini American Challenge (1992)

Hoy en día no nos sorprende encontrarnos títulos en el mercado que traten de carreras ilegales (de hecho Need for Speed se ha ido desviando hacia este camino), aunque anteriormente las compañías eran reticentes a hablar de «carreras ilegales» tan explícitamente.

En ese sentido uno de los títulos destacados es Lamborghini American Challenge, desarrollado y publicado en 1992 por Titus Interactive. En realidad este juego era la tercera entrega de la saga Crazy Cars, pero se decidió cambiar el nombre aprovechando tan importante licencia.

Llevando el control de un flamante Lamborghini, deberemos ir recorriendo Estados Unidos de costa a costa, demostrando nuestra valía dentro del mundillo de las carreras ilegales. Para ello tendremos que ir ganando prestigio y dinero. Lo primero se consigue ganando cuantas carreras sean posibles y lo segundo a base de apuestas. Antes de cada carrera retaremos a alguno de nuestros competidores para apostar sobre quien quedará por delante del otro. Esto nos da un total de 18 personajes distintos, cada cual con un cierto prestigio dentro del mundillo.

El estilo del juego recuerda mucho al de la saga Lotus, con una perspectiva y un control muy similar. Durante la carrera no solo tendremos que ocuparnos de ir adelantando a todos los coches (así como evitar colisionar con los vehículos ajenos a la carrera), sino que tendremos el peligro constante de la policía, siempre al acecho para acabar con estas carreras ilegales. Si conseguimos un buen resultado en la carrera, conseguiremos dinero y ascender en el ranking, lo que nos permitirá comprar mejoras para nuestro vehículo y poder inscribirnos en carreras de mayor prestigio.

El juego en sí no aportaba nada nuevo al género, siendo aún así bastante divertido. Las mejoras eran bastante variadas y destacaba el uso del «boost» lo que nos daba un empuje extra durante un cierto tiempo. El asunto de las apuesta le daba un plus de emoción, sobre todo cuando nos ibamos acercando a los vehículos contra los que habíamos apostado. Además, Lamborghini American Challenge contaba con un estupendo modo dos jugadores que alargaría mucho la vida del juego.

Gráficamente destacaba su personal estilo «oscuro», lo que lo asociaba muy bien a la atmosfera de las carreras ilegales, contando con una utilización preferencial de tonos ocres. Los escenarios eran bastante detallados, si bien los diseños de los coches pecaban de simplicidad. El apartado sonoro era simplemente correcto, siendo la parte técnica más olvidada del conjunto.

Las primeras versiones del juego que salieron fueron para ordenadores personales: Amiga, Amiga CD32, PC, Atari ST y Commodore 64. Sería en 1994 cuando el videojuego diera el salto a las videoconsolas de forma exclusiva para Nintendo, apareciendo en el catálogo de Game Boy y de Super Nintendo.

En este vídeo podeis ver como era el juego: